Los griegos conocían a la que creyeron prirmera civilización de Occidente, posiblemente heredera del Bronce final Atlántico.
Se desarrolla en el sur de la península Ibérica entre el XII y V a.C. Su contacto con fenicios y griegos introduce tecnologías, productos y animales desconocidos, y transforma el modo de vida de los pueblos ibéricos.
En el siglo IV a.C. el historiador griego Éforo de Cime escribe, entre otros muchos lugares, de un mercado muy próspero, la llamada Tartessos, ciudad ilustre, regada por un río que lleva gran cantidad de estaño, oro y cobre de Céltica. Por aquel entonces no queda rastro de la civilización a la que se refiere, que algunos identifican con la legendaria Atlántida de Platón, y durante más de dos milenios se considera uno de tantos mitos; hasta que bien entrado el siglo XX se descubre un tesoro de la Edad del Hierro cerca de Sevilla, del modo en el que suelen descubrirse otros muchos tesoros: en el transcurso de unas obras.
El Carambolo, es la primera evidencia arqueológica de esta misteriosa civilización que toma el nombre del río Guadalquivir, llamado antiguamente Tartessos, a cuyas orillas se desarrolla. Es una de las más importantes culturas autóctonas de la península Iberica y, a través de su comercio con fenicios y griegos, protagoniza un cambio radical en el modo de vida de los pueblos ibéricos.
Los orígenes de Tartessos son confusos y sigue abierto el debate acerca de si debe considerarse una cultura plenamente autóctona o el resultado de una transformación de una cultura previa a partir de su contacto con otros pueblos. Existe una evolución clara en el modo de vida de los habitantes del curso bajo del Guadalquivir antes y después del siglo IX a.C., cuando empiezan a tener contacto con los fenicios y griegos que se establecen en la costa sur de la península.
Con anterioridad a ese contacto, las comunidades se pueden considerar preurbanas a todos los efectos: son grupos reducidos, viven en poblados pequeños y de construcción sencilla, la economía es simple -básicamente agricultura, recolección, ganadería y pesca- y no existe una gran especialización de las tareas ni una jerarquía social compleja. Pero las tierras en las que habitan es ricas en metales, incluyendo algunos que son codiciados por los fenicios y griegos, como el oro y la plata.
La extracción y comercio de estos recursos provoca la transformación de los tartesios en una cultura urbana, de ahí que parte de los estudiosos planteen dudas sobre la originalidad de esta civilización y de si se habría desarrollado en ausencia de este incentivo. El hecho de que las fuentes que hablan de ellos sean posteriores a este encuentro arroja más dudas aún puesto que habla de una sociedad que ya estaba profundamente contaminada de elementos externos.
Este periodo que empieza alrededor del año 700 es llamado orientalizante por un buen motivo: los tartesios absorben muchos elementos culturales de los fenicios, sus primeros grandes socios comerciales, como el alfabeto, la religión y prácticas culturales como la cremación de los difuntos. También la sociedad se orientalizó sigue el modelo de las metrópolis fenicias del Próximo Oriente: los poblados se transforman en ciudades, las casas empiezan a construirse con habitaciones separadas destinadas a fines distintos, la población crece, las tareas se especializan y la jerarquía se vuelve más vertical con la aparición de una élite aristocrática.
La economía de los tartesios experimenta una revolución por el contacto con los pueblos del Mediterráneo oriental. Los fenicios traen nuevos cultivos como la vid y animales desconocidos como los burros y las gallinas, haciendo mucho más productiva la agricultura y la ganadería. La gran aportación de los griegos es, el torno de alfarería, puesto que hasta entonces la cerámica se hace a mano: este invento permite crear nuevos tipos de recipientes en los que almacenar los excedentes para periodos de escasez o para el comercio, tanto con los nuevos llegados como con otros pueblos ibéricos.
El comercio de recursos minerales permitió a las élites enriquecerse y adoptar el concepto del lujo: a cambio de los metales preciosos podían obtener productos elaborados para el lucimiento personal, en vida pero también en la muerte, con la aparición de tumbas principescas. Los tartesios aprenden la artesanía del metal para crear sus propios objetos de lujo, así como armas mejores fabricadas con hierro, una tecnología que desconocían.
El conjunto de piezas de oro hallado en La Aliseda (Cáceres), que tal vez fue el ajuar funerario de una dama de alcurnia, permite apreciar con claridad el influjo fenicio en el ámbito de Tartessos. Así sucede con el cinturón, que consta de más de sesenta piezas en las que se han representado temas orientales como grifos alados, palmetas y un hombre luchando con un león.
Una ironía de la civilización tartésica es que desaparece de repente de la historia precisamente cuando parece estar en su apogeo, a finales del siglo VI a.C. Esta época se corresponde con el reinado de Argantonio, el único de sus monarcas conocidos, y con dos hechos históricos de gran relevancia en la historia del Mediterráneo antiguo: a principios del siglo VI a.C. los babilonios conquistan las ciudades fenicias y en el año 535 a.C. los griegos, aliados de los tartesios, son derrotados por una coalición de cartagineses y etruscos en las aguas que separan Córcega y Cerdeña. A causa de esos dos acontecimientos, las colonias griegas y fenicias en el oeste del Mediterráneo quedaron aisladas de sus metrópolis.
Alrededor del año 500 a.C. deja de haber noticias de los tartesios, lo cual implica o bien su colapso o su destrucción o absorción por parte de los cartagineses
Esto por una parte interrumpe el comercio al que se dedican y, lo más preocupante, las dejaba desprotegidas frente a la nueva potencia del mar, Cartago.
Es posible que esta quisiera hacer pagar a los tartesios su alianza con los griegos o que simplemente desearan apoderarse de las fuentes de riqueza que estos poseen. Sin embargo, no es descartable la teoría de un colapso económico, bien por la pérdida de sus socios comerciales, por el agotamiento de los recursos con los que comercian, o una combinación de ambos factores.
El único hecho seguro es que alrededor del año 500 a.C. deja de haber noticias de los tartesios, lo cual implica o bien su colapso o su destrucción o absorción por parte de los cartagineses. A partir de entonces la historia se mezcla con la leyenda, especialmente con el mito de Hércules, que habría viajado hasta aquellas tierras para realizar el décimo de sus trabajos, consistente en matar al gigante Gerión. Es precisamente este héroe quien da nombre al lugar que marca el extremo sur de los dominios de los tartesios: las Columnas de Hércules, las dos elevaciones -el peñón de Gibraltar en Europa y el monte Musa en África- que marcan el extremo occidental del Mediterráneo…
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/misteriosa-civilizacion-tartessos_16795
