Carta a Andrés García Ibáñez y el horror del MUREC

Aui dejo el articulo que he leido esta mañana y que me ha producido verguenza ajena por la cantidad de barbaridades sobre el arte contemporaneo que se dicen.

Han erigido un templo al ego, con dinero publico, para varia. Una verguenza y un horror de gente que no sabe ni lo que dice y se han quedado anclados en el pasado.

En fin, juzgar por vosotros mismos lo que es la barbarie y el inmobilismo en un espacio con prisas por prestigiarse con el arte, como es mi ciudad de Almeria, que no sabe ni de que va.

Un Reina Sofía chico para Almería: El realismo pone en evidencia el arte basura

Andrés García Ibáñez es pintor. Un pintor figurativo que pinta y vive al margen de los circuitos dominantes del arte. También es lo que se dice un gestor cultural, aunque este almeriense abomine y carezca de la pose y la verborrea que parecen condiciones indispensables para dedicarse a ello.

En Olula del Río, su pueblo, Ibáñez, además de pintar, viene construyendo desde hace años un núcleo cultural insólito para una localidad de poco más de 6.000 habitantes. En 2004 inauguró allí el Museo Ibañez, sede de una de las colecciones privadas más importantes de Andalucía. Lo hizo a pulso, al margen del dinero –y de las imposiciones que vienen con él– de los gobiernos autonómico o central.

Apoyado por el Grupo Cosentino, el emporio internacional del mármol y el silestone radicado en la vecina Macael, logró ampliar el museo con la creación del Centro Pérez Siquier de Fotografía. Ha nutrido los fondos del Museo de Arte de Almería y ha establecido una sede en Melilla. Y ahora ha llenado de contenido el antiguo Hospital Provincial de Almería para crear el Museo del Realismo Español Contemporáneo (MUREC), una ambiciosa apuesta que se inaugura este viernes.

Este magnífico edificio del siglo XVI, rehabilitado por la Diputación Provincial, acoge más de 260 obras procedentes de la colección de la Fundación Ibáñez Cosentino y de otros importantes coleccionistas españoles, así como de los artistas y herederos de la escuela de los realistas de Madrid, con Antonio López a la cabeza. El gran pintor español vivo aporta 60 obras propias y de su mujer, María Moreno, y otros colegas. Además, ha realizado con Ibáñez la escultura de los Reyes que preside el patio renacentista del MUREC.

Antonio López es la figura clave de un proyecto que empezó a fraguarse hace cuatro años, cuando cayó en desgracia otro que debía reunir la obra de los realistas de Madrid en la Casa Fontecha de Albacete. Fue entonces, coincidiendo con el comienzo de los trabajos de rehabilitación del Hospital de Santa María Magdalena, el único edificio civil del siglo XVI que queda en Almería, cuando Ibáñez propuso a la diputación llenarlo de contenido partiendo del proyecto de los realistas en Albacete.

Pero aquí la idea es más ambiciosa. Contamos la evolución del realismo español desde el 1900.

El objetivo del nuevo centro es dar difusión a artistas, estilos y corrientes que fueron y son importantes pero que hoy «no tienen presencia en museos públicos o espacios institucionales». Se trata de paliar «un enorme error histórico.

¿Pero qué error es ese?

El arte realista de la primera mitad del siglo tuvo la mala suerte de coincidir con los grandes faros de las vanguardias históricas. Todavía pesa en la historiografía del arte cierto sentido teleológico, según el cual lo último es mejor que lo anterior, y ese discurso tiene que ver con haber aceptado que las vanguardias históricas son la única vanguardia posible. Los especialistas decidieron hace tiempo que Picasso es vanguardia, pero que por ejemplo Eugenio Hermoso, el pintor extremeño más importante desde Zurbarán, no es vanguardia. Y no es cierto. Hay que revisar toda la historiografía.

Este mismo esquema de pensamiento se prolongó a la segunda mitad de siglo. Y así, los herederos de las vanguardias históricas, los artistas del grupo El Paso, los informalistas, Tàpies o Barceló, representan en exclusiva la modernidad mientras el realismo contemporáneo es marginado. Un «sectarismo» que condena a los almacenes de las instituciones a algunos de los artistas españoles más importantes del siglo XX. «¿Cómo es posible que del artista español vivo más importante y cotizado no haya una sola obra expuesta en museos públicos?.

 «El Reina Sofía tiene una quincena de obras suyas y no hay ni una sola colgada. Y lo mismo puede decirse del resto de realistas de Madrid. Hoy para ver su obra hay que ir a instituciones privadas como la Fundación Sorigué de Lérida, el Museo Ibáñez o, ahora, el Museo del Realismo».

En la perpetuación de este estado de cosas, Ibáñez no duda en señalar como responsable al mercado español del arte contemporáneo. Este jueves publicaba una afilada columna al respecto en el Diario de Almería. «

Que España es mayoritariamente un país de necios sin opinión crítica fundamentada es algo evidente. Al amparo de ello han vivido y viven los pícaros y truhanes, las camarillas de sinvergüenzas y espabilados que, a la postre, consiguen institucionalizarse y crear parcelas de poder atrincheradas. Una de esas parcelas es ARCO, una trinchera de poder de un grupo de listos que han sabido colocar embaucadoramente sus tesis y han conquistado una atalaya solidísima.

 Toda una declaración de intenciones en vísperas de la inauguración del MUREC. Dice Ibañez:

ARCO es una feria mediocre, como casi todas las ferias. Hay poca obra buena, la mayoría es mediocre y hay cosas que son directamente basura. Pero han sabido convencer a las instituciones para que vayan a comprar obra a Arco. Han logrado consolidar el discurso de que son una feria de calidad y que fuera de ella no hay vida. El engranaje es ese. Los galeristas venden a las administraciones, que luego son las que tienen la capacidad de imponer a las universidades el estudio de sus artistas. Todo queda en casa, como una gran familia. Y si no estás en ese círculo, quedas excluido. Y eso es lo que ha pasado con el realismo español contemporáneo.

Un estilo, el realismo, que choca con la realidad y las necesidades del mercado del arte contemporáneo.

El realismo procede de una tradición, exige una técnica y un oficio, una disciplina de taller y un virtuosismo técnico que están al alcance de muy pocos. El artista realista no encaja en el entramado discursivo del arte contemporáneo. Deja en entredicho otras tendencias que son basura. Y produce menos. Eso no le vale al mercado. Al mercado le valen artistas que produzcan mucho y que puedan venderse a precios muy elevados.

Un Reina Sofía chico para Almería: «El realismo pone en evidencia el arte basura» (msn.com)

El realismo y la amistad, los lazos que sobresalen del Murec | Ideal

https://www.canalsur.es/noticias/andalucia/almeria/el-murec-convierte-a-almeria-en-la-capital-del-realismo-espanol/2024039.html

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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