La descolonización de los museos de Europa

El ministro Urtasun habla de una revisión para superar el marco colonial. Bélgic no haa asumido su pasado, Londres se niega a devolver el Partenón a Grecia, en Francia lo apoya el primer ministro y Alemania no se fía de los destinatarios.

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha anunciado una revisión de los museos nacionales para superar el marco colonial, generando un acalorado debate. ¿Qué se hace sobre esto en otros países europeos? Revisemos.

Bélgica: un pasado colonial tabú

Leopoldo II de Bélgica

Cuando Urtasun menciona el que seguramente es el museo más famoso de Bélgica, utilizó expresiones como «terrorífico, una cosa racista, colonialista, espantosa». Ninguna de ellas se queda corta. El Museo de África, antes conocido como Real Museo del Congo Belga o Real Museo de África Central, ha sido y en cierto modo es todavía el símbolo del colonialismo más brutal, pero también de los enormes problemas del país para lidiar con su pasado.

El embrión se remonta a 1897, cuando Leopoldo II, dueño personal del Congo durante mucho tiempo, antes de vendérselo al Estado, quiso una sección colonial para la Exposición Internacional de Bruselas de ese año. La hicieron en el Palacio de África en Tervuren, a las afueras de la capital, construyendo además unas enormes avenidas para una entrada espectacular. No sólo tenía animales, piedras y arte africano, sino que se construyó una aldea y se forzó a más de 250 nativos a vivir allí. Siete de ellos murieron mientras su vida era expuesta ante los casi millón y medio de belgas que acudieron a ver ese zoo humano. Lo mismo ocurrió casi 60 años después, al borde de la independencia del Congo, con otros cientos de ciudadanos desplazados contra su voluntad.

El Museo, inaugurado como tal en un enorme edificio en 2010, ya con el siguiente monarca, fue un arma de propaganda al servicio de una de las experiencias coloniales más brutales y despiadadas. Tras 75 millones de euros, cinco años de renovación y descolonización, en 2018 abrió de nuevo sus puertas. Dice la institución:

La exposición permanente estaba anticuada y su infraestructura obsoleta, pero el mayor desafío era presentar una visión contemporánea y descolonizada de África en un edificio que había sido diseñado como un museo colonial

A la reapertura el director explicó a este diario que el Museo había sido durante un siglo una institución colonial.

Para la mayoría de los belgas su primer encuentro con África es nuestro museo. La impresión inicial de África que la mayoría de los belgas se hizo aquí es que el blanco es mejor que el negro. Estábamos allí para civilizarlos. Los africanos que retratamos aquí están desnudos con una lanza, y sin una cultura propia.

Precisamente, esta semana se ha inaugurado una colección bautizada como Rethinking Collections (Repensando las colecciones), un esfuerzo para ir más allá y tirar de la madeja para trazar el origen de muchas de las piezas, con la intención de devolver las que se puedan a sus países de origen. La idea de la colección y del museo es, explican, cambiar la forma de mirar al pasado, después de décadas de opresión y aún más de incómodos silencios.

Las comisiones técnicas instaron a la dirección a ir más allá de textos explicativos en los pabellones.

Un grupo de trabajo de la ONU recomendó suprimir toda propaganda colonial y presentar claramente la violencia y las desigualdades del pasado colonial de Bélgica

El pasado y las barbaries cometidas siguen siendo tabú en el país a pesar del museo. Sólo se empezó a abordar directamente tras la publicación del libro Los fantasmas del Rey Leopoldo, de Adam Hochschild, hace justo 25 años. Pero todavía se ignora, se evita, se esquiva en las escuelas, en buena parte de la bibliografía. Cambiar los museos puede ser el primer paso, pero quedan muchos otros.

Reino Unido: restos del gran «expolio»

La descolonización de los museos británicos arrancó oficiosamente en Escocia en la primavera del 2022. El Ayuntamiento de Glasgow creó un grupo de Expolio y Repatriación que acordó la devolución de 50 artefactos de sus colecciones a sus países de origen. Entre ellos, 17 bronces de los llamado «tesoros de Benin» reclamados por Nigeria y procedentes del saqueo de las tropas británicas ocurrido en 1897, y que supuso el «reparto» de miles de piezas de metal, marfil, coral, madera y materiales preciosos en 161 museos del mundo.

El arqueólogo de Oxford Dan Hicks, que hizo un exhaustivo recuento del botín del reino africano, ha sido una de las voces más notorias a favor de la revisión a fondo del legado del imperio británico perpetuado en sus museos. Dice en The Guardian:

Estemos abiertos al retorno de los objetos culturales que fueron robados y al desmantelamiento de las estructuras de desigualdad, exclusión y racismo que perdura en nuestras instituciones desde la era colonial. No estamos ante ataques iconoclastas contra los museos, ni tampoco ante una guerra cultural; se trata simplemente de poner al día nuestros museos en un mundo cambiante.

«Descolonizar» significa sin embargo «descontextualizar» para los medios conservadores, que consideran la devolución de piezas de los museos británicos a sus países de origen como parte de la cultura woke o «progre» que pretende «reescribir» el pasado colonial.

A su manera, el Museo Británico empezó su propio proceso revisionista en el 2020, cuando retiró del pedestal el busto de su fundador, Hans Sloane , y decidió exponerlo junto a otros objetos que ponen en contexto su pasado esclavista. La auténtica batalla por la «descolonización» de la vetusta institución es sin embargo la que se libra por cuenta de los mármoles del Partenón.

Casi la mitad de los frisos y esculturas que decoraban el edificio acabaron en el Reino Unidos a principios del siglo XIX gracias a Thomas Bruce, conde de Elgin, un diplomático británico que gestionó el desmantelamiento y el traslado de las piezas ante las autoridades del imperio otomano. El Gobierno griego lo considera como un «expolio» y lleva décadas reclamando la devolución.

El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, declaró recientemente a la BBC que tener parte de ese patrimonio en Londres y otro en Atenas «es como partir la Mona Lisa en dos». El premier Rishi Sunak se indignó tanto que canceló su encuentro en Downing Street. Sunak se remitió a la ley del Parlamento de 1963 que prohíbe el retiro de artefactos en la colección del Museo Británico, aunque el presidente de la institución, George Osborne, lleva meses explorando la posibilidad de un «intercambio cultural» con Grecia que podría marcar un antes y un después.

La Asociación de Museos del Reino Unido apoya por su parte sin reservas las iniciativas para descolonizar las colecciones.

La descolonización no supone simplemente la relocalización. Es un proceso a largo plazo que busca reconocer el papel integral del imperio en los museos británicos, desde su creación al día de hoy.

Francia: Macron no duda

En 2017, poco después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, llegase al Elíseo, anunció durante un viaje en Burkina Faso lo siguiente:

De aquí a cinco años, deben reunirse las condiciones para la restitución, temporal o definitiva, del patrimonio africano en el continente.

Casi siete años después, Francia ha comenzado a devolver muy tímidamente parte del patrimonio a algunas de sus ex colonias, aunque con condiciones. Es el caso de Benín, país al que, en febrero de 2022, restauró 26 piezas de los tesoros reales de Abomey que fueron expoliadas en 1892 por las tropas francesas. Tras la devolución, el Gobierno destacó que esta iniciativa marcaba un punto de inflexión «en la construcción de una nueva relación entre Francia y el continente africano».

En la mayoría de los casos, se trata de máscaras o esculturas, saqueadas o compradas a muy bajo precio durante el periodo de colonización.

La ex ministra de Cultura, Rima Abdul Malak, en el cargo hasta hace apenas dos semanas, iba a presentar una propuesta de ley para la restitución de bienes culturales no occidentales, que debería ser sometida a votación a principios de este año. Esta norma fija condiciones para la devolución, como que las piezas no sean reclamadas por un tercer país o que tengan interés patrimonial, el equivalente a un tesoro nacional.

También se obliga al país que reclama los bienes a cooperar para la conservación de los mismos y su exhibición en museos, lo que muchos expertos en arte han calificado de paternalismo patrimonial.

El Museo Quay Branly de París ya encargó hace dos años a una comisaria que examinara las colecciones del centro, en concreto 300 piezas cuya procedencia es discutible.

Alemania: un debate centenario

En Alemania, el debate sobre la descolonización de los museos es centenario. Arrancó con la demanda de devolución de las autoridades egipcias de Nefertiti. El busto fue descubierto en 1912 durante las excavaciones de un equipo alemán de arqueólogos y llevado a Berlín en 1913 con el permiso de la Administración de Antigüedades Egipcias. Pero como Egipto era un protectorado británico en la época de las excavaciones, las autoridades egipcias consideraron Nefertiti arte saqueado y exigen reiteradamente desde 1924 su devolución. Sin éxito.

La descolonización de los museos alemanes se agita o se enrosca en función de los partidos en el poder y la sensibilidad con la que cada uno de ellos afronte la revisión de la Historia. A diferencia de las obras saqueadas por los nazis, cuya restitución se rige por el llamado acuerdo de Washington de 1998, internacionalmente aceptado, la descolonización de los museos es un camino por el que se camina en solitario.

La norma general es que no puede haber devolución sin certificación de propiedad y aclara, en su contexto histórico, las circunstancias en las que las obras reclamadas llegaron a Alemania puede tardar años. A eso se suma la resistencia de los museos a ceder sus fondos a los países demandantes sin probada estabilidad política y garantías de que no sufrirán expolio o terminaran en subastas de arte.

El caso de las obras de arte del antiguo reino de Benín devueltas recientemente a Nigeria ha sido aleccionador. La responsable de Cultura del Gobierno federal, Claudia Roth, del Partido de los Verdes, restituyó por justicia 1.100 piezas de bronce al descendiente del antiguo rey para su exposición en un museo estatal que se construiría a tal efecto. Cuando las obras llegaron su destino, el heredero sin corona pero con buenos contactos en el Gobierno se las quedó como parte de su patrimonio familiar. No habrá museo para el pueblo.

Una descolonización de los museos, como exigen los activistas poscoloniales y los defensores de la restitución de lo que llaman «arte saqueado», no garantiza la gestión justa y equitativa de esas obras, como tampoco se mencionó en el caso de los «bronces de Benín» que los habitantes de ese reino eran traficantes de esclavos, que recibían los codiciados metales para sus bronces a cambio de seres humanos y que los objetos se utilizaban en actos sagrados de sacrificio, en los que se ejecutaba a prisioneros de guerra en altares ancestrales.

Para los museos alemanes, no es alternativa desprenderse sin más de sus ciudades obras aunque públicamente no rebatan los argumentos morales de quienes las califican de «tóxicas». La vía intermedia que ya se explora es la del «patrimonio compartido» y la descolonización a través de exposiciones que expliquen el oscuro origen de las piezas.

https://losterritoriosdelamemoria.es/publicaciones/la-derecha-la-democracia-y-la-descolonizacion-de-los-museos-nostalgia-imperial/

La ‘descolonización’ museística en Europa: tabú en Bélgica, ‘woke’ en Reino Unido y Macron a favor (msn.com)

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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