Hace menos de tres años

Sugerencia de escritura del día
¿Cuándo fue la primera vez que te sentiste adulto de verdad (si es que te ha pasado)?

Es una vergüenza decirlo, porque soy una gallina con espolones y debería ser más sensata a estas alturas mangas verdes.

Pero estaba convencida que mi familia eran inmortales, no se lo decía a nadie el secreto, pero creía que enfermaban y morían los demás pero no nosotros (y el caso que las bombas cada vez caían mas cerca).

Hace escasamente tres años, quizás un poco más, pero no mucho, mi marido falleció de una larga agonía y una parte de mí se fue con él.

No por menos anunciado dejo de ser desagradable el trance, pero al poco, mi madre que era una nonagenaria feliz como una perdiz, se cae y entra en un proceso de degradación en poco tiempo, que no solo la hace frágil, sino que termina con su vida.

Se me solaparon los lutos.

De la noche a la mañana, me encontré sola y desconcertada, tenía que reinventarme con urgencia, porque esto es como El origen de las especies de Darwin, o te adaptas o pereces, y camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.

Y lo mismo que cuando me preguntaban mis amigas a los 40 años si tenía crisis, me sentía ajena, ahora, de pronto, tenía la sensación de que el suelo se movía a mis pies, de que era vulnerable, y que de la repercusión de mis actos dependía no solo el presente sino el futuro.

Con anterioridad, hiciera lo que hiciera, todas mis referencias estaban vivas, era un colchón, ahora era vuelo sin motor y quizás aterriza como puedas. Una comedia en tres actos.

Pero he de decir que ese vértigo, lejos de ser desagradable, tiene su punto, porque nunca lo había experimentado, siempre había estado tutelada como un animalillo con handicap y ya me pesaba.

Hiciera lo que hiciera, mis actos eran analizados al milímetro, en un juicio sumarísimo, de personas que me llevaban generaciones y que tenían demasiado tiempo libre, con lo que con tanto hipercontrol bienintencionado me hacían sentir culpable si tenía cualquier iniciativa.

Tenía una losa a la espalda, de buenas intenciones está empedrado el infierno

Los echo de menos a todos cada día, sé que soy producto de ellos, pero he de decir que por primera vez siento la libertad de acertar o equivocarme y por primera vez me siento adulta.

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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