
‘Doble retrato de pareja’,probablemente Issac Massa y Beatrix van der Laen (c 1622) Rijksmuseum, Amsterdam
Una muestra en la National Gallery eleva al pintor al podio del Siglo de Oro holandés junto a Vermeer y Rembrabnt

La bohemienne, 1628-1630.Musee du Louvre, Paris
Hals forma parte de la santísima trinidad del Siglo de Oro holandés, junto a Rembrandt y Vermeer, y de los tres es el que mejor capta la alegría despreocupada de unos personajes terrenales que viven la vida en el momento (ciudadanos respetables, bebedores de cerveza de mejillas enrojecidas, juerguistas, pescadoras o prostitutas de mirada ladeada y profundo escote…) cuya energía continúa siendo aún motivo de asombro.

Bufon con laud, 1581-1585, Frank Hals
Sosteniendo sus miradas sobre las nuestras, las criaturas de Hals, tal cual las ve en la vida real o fruto de su imaginación, vuelven a reunirse a partir de este sábado en el museo de Trafalgar Square (hasta el 21 de enero) en la mayor exposición realizada hasta la fecha de un pintor que es un exitoso retratista en Haarlem, donde los nuevos ricos hacen cola en la puerta de su estudio para ser retratados, pero al final de su larga vida pasa de moda y esta empobrecido, sin dinero para pagar el carbón con el que calentarse.

El Caballero sonrriente de la Wallace Colection, ahora en la National Gallery.
Dice Gabriele Finaldi, director de la National Gallery:
Hals no posee la capacidad de paralizar lo cotidiano de Vermeer, ni tiene la profundidad psicológica de los retratos de Rembrandt, pero la singularidad con la que capta la vida a través de su mano y su mirada lo hacen imperecedero.

Su obra atraviesa los siglos y sus personajes son criaturas sociales que nos hablan hoy con mucha claridad y de una forma muy directa.

Grupo familiar ante un paisaje (1645-1648) Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
A Hals, como a Vermeer, le ha costado lo suyo subir al podio de los grandes maestros. Ya en el siglo XX el historiador Kenneth Clark lo despreciaba como un pintor repugnantemente alegre y terriblemente hábil, pese a que un siglo antes Manet, Courbet, Sargent o Van Gogh lo hubieran reconocido ya como uno de los suyos. Por la libertad y la espontaneidad de su pincel y la sencillez de los rostros, que veían como puerta de entrada a un arte liberador y moderno. En la National Gallery, antes de entrar en las salas donde cuelgan 50 pinturas de las 220 que realiza, es Van Gogh quien tiene la primera palabra, templando el ánimo del visitante con su afirmación de que la pintura de Hals vale tanto como la de Miguel Ángel, Rafael y los artistas de la antigüedad griega.

Mujer bebiendo, (1633 – 1635) STAATLICHE MUSEEN ZU BERLIN
Dice Gabriele Finaldi:
Le precede la leyenda de una vida empapada en alcohol, pero no se puede ser borracho y pintar de esa manera

Los regentes del hospicio de ancianos, c. 1664 Frans Hans Museum, Haarlen
Desde la Wallace Collection ha salido por primera vez El caballero sonriente uno de los retratos más populares del artista. Y del Museo Frans Hals de Haarlem, cuyas paredes nunca abandona (mantiene una política de no préstamos desde que en los años cincuenta una de sus pinturas queda varada en aguas del Támesis) está también Los regentes del hospicio de ancianos , el asilo donde se refugia el pintor cuando, ya anciano y arruinado, no tiene medios para mantenerse. O el retrato grupal Banquete de los oficiales de la guardia cívica de San Jorge , una de las llamadas pintura de milicias , subgénero holandés cuyo destino es su exhibición en clubs o ayuntamientos, y que Hals cobra de forma individual a cada uno de los integrantes.

A Hals le persigue la mala reputación. Décadas después de su muerte circula la leyenda de que la suya había sido una vida libertina y empapada en alcohol, gracias a una biografía de Arnold Houbraken, según la cual a menudo estaba borracho.

Banquetes de oficiales de la guardia cívica de san Jorge. Hacia 1627. Óleo sobre lienzo. 179 x 257,5 cm. Frans Hals Museum, Haarlem © Frans Hals Museum, Haarlem.
Participar en actividades indecentes, y en particular el revolcarse excesivamente en el vino, era especialmente común entre los pintores, y es adoptado como moda.

Hals posiblemente frecuenta tabernas y ande con cerveceros, pero en 1619, veintiuno de los veinticuatro miembros del ayuntamiento de Haarlem se dedican a ese comercio.

Frans Hals. Retrato de Cunera van Baersdorp. Hacia 1625. Óleo sobre lienzo. 123,8 x 95,3 cm. Susan and Matthew Weatherbie Collection Photograph © 2023 Museum of Fine Arts, Boston.

Finaldi dice:
La cerveza en aquella época tiene poco contenido en alcohol y seguramente es más segura para beber que el agua disponible. Los cuadros de niños bebiendo, de mujeres con una copa en la mano y una jarra en la otra, de risas perdidas entre bebidas alcohólicas, no debió ayudar a desmentirlo.

Frans Hals. Retrato de un hombre con sombrero. Hacia 1660. Óleo sobre lienzo. 79,5 x 66,5 cm. Hessen Kassel Heritage. © Photo Scala, Florence/bpk, Bildagentur fur Kunst, Kultur und Geschichte, Berlin.
Pero es que no se puede ser borracho y pintar de esa manera

Frans Hals. Retrato de Pieter (?) Verdonck. Hacia 1627. Óleo sobre tabla. 46,7 x 35,5 cm. National Galleries of Scotland. Presented by John J Moubray of Naemoor, 1916 © National Galleries of Scotland.

Image: Detail from Frans Hals, ‘Young Man holding a Skull (Vanitas)’, 1626-8
La muestra viaja luego al Rijksmuseum de Ámsterdam y a la Gemäldegalerie de Berlín.

Traicionado por sus sonrisas: Frans Hals en la National Gallery
https://www.lavanguardia.com/cultura/20231001/9265750/frans-hals-retratando-alegria.html
