
La aventura de un grupo de científicos de la Universidad de Bradford en busca de uno de los mayores asentamientos prehistóricos de Europa bajo las aguas del Mar del Norte continúa. Usando los campos magnéticos, los investigadores están investigando los secretos olvidados de esta cultura perdida y otras civilizaciones que desaparecieron hace milenios bajo las aguas del océano.

El proyecto científico Europe´s Lost Frontiers lleva años estudiando los restos de Doggerland, la extensión que une Europa con la parte oriental de las islas británicas. Los arqueólogos creen que estas ricas tierras estaban llenas de lagunas, pantanos, ríos y bosques durante el Mesolítico, la etapa intermedia de la Edad de Piedra. Allí se instauraron grandes asentamientos humanos, motivados por la presencia de uno de los cotos de caza y pesca más ricos del continente.
Fuertes tsunamis y grandes deslizamientos de tierra como el Storega, causados por el deshielo del ultimo periodo glacial hace aproximadamente 8.200 años— provocaron que Doggerland fuera sepultada bajo el mar. Milenios después, la ‘Atlántida de Gran Bretaña’ ha permanecido en las profundidades, con sus tesoros arqueológicos lejos de nuestro alcance y rodeada de misterio.

Un león sumergido en el Neptune Memorial Reef, el arrecife artificial más grande del mundo. (Wikipedia)
Ahora, los científicos ingleses han introducido un nuevo método de estudio usando dispositivos llamados magnetómetros. Estos instrumentos —que ya se emplean en otras actividades como la extracción de petróleo, la prospección de gas o la instalación de parques eólicos marinos sirven para detectar campos magnéticos y resultan bastante útiles para la exploración arqueológica.

Los magnetómetros que utilizan estos científicos se asemejan a torpedos que se deslizan bajo el agua sujetos a un cable que los conecta a un buque de prospección. La técnica permite cartografiar estructuras, artefactos y formaciones geológicas enterradas sin necesidad de realizar excavaciones ni alteraciones físicas sobre el terreno.

Explica Ben Urmston, uno de los investigadores responsables del estudio:
Las pequeñas alteraciones en el campo magnético pueden indicar cambios en el paisaje, como zonas de formación de turba y sedimentos lugares dónde se ha producido erosión, por ejemplo, en los cauces de los ríos.

Los cambios también pueden mostrar rastros arqueológicos, como antiguos asentamientos y otros objetos sumergidos.
Los estudiosos de Doggerland están corriendo contrarreloj para documentar un área que se está transformando rápidamente debido a la instalación de enormes parques eólicos. Una zona que se convertirá en la reserva de energía más grande de Europa.
Dice Vince Gaffney, arqueólogo principal de la investigación:
La exploración de los paisajes sumergidos bajo el Mar del Norte representa uno de los últimos grandes retos de la arqueología. Conseguirlo se hace aún más urgente con el rápido desarrollo del Mar del Norte para las energías renovables.
Nuevas técnicas están descubriendo civilizaciones y asentamientos perdidos en el fondo del océano, pero la legendaria Atlantis sigue siendo un mito sin ninguna evidencia.

Dicen los climatólogos que Doggerland también representa un símbolo de un peligro actual: la amenaza de desaparición de ciudades y territorios como Tuvalu, en el Océano Pacifico. El peligro es inminente debido a la acción del hombre.
Es probable que Tuvalu y otras zonas, como Maldivas, se conviertan en futuras Doggerland y, en un futuro lejano, otros arqueólogos deban redescubrir sus restos sumergidos bajo el mar.
Mientras tanto, los magnetómetros y otras nuevas tecnologías —como los LiDAR o los escáneres de muones—alimentan el sueño de descubrir nuevas tierras perdidas, como la legendaria y mágica Atalá ntida, que permanece viva en el imaginario colectivo a pesar de ser sólo un mito contado por terceros.
Por el momento, la tecnología actual ya ha desvelado el secreto de otras civilizaciones sumergidas bajo el mar, mucho menos futuristas pero igual de sorprendentes, como la antigua ciudad de Pavlopetri en Grecia, con casi 5.000 años de antigüedad.
O la histórica ciudad de Mahabalipuram, en la India, donde se albergan templos sumergidos que durante mucho tiempo fueron objeto de leyenda.
