A propósito de las Indias y los virreinatos

 No era lo mismo ser indígena de la elite que pertenecer al pueblo.

España promulgo leyes a favor de los derechos de los nativos.

Estas disposiciones no siempre se cumplían, aunque tampoco fueron papel mojado.

Los dos continentes entraron en contacto, en ocasiones a través del enfrentamiento y otras por la colaboración.

Como la que prestaron a los españoles, sin la que hubiera sido imprescindible la derroca azteca e inca.

Hay una larga historiografía que defiende que las Indias no fueron colonias y en el otro extremo hay infinidad de autores que han usado el término de América colonial.

Las leyes de Indias aluden a los reinos de Indias y virreinatos, nunca a colonias.

El primero en referirse a los reinos de Indias fue Pedro Rodríguez de Campómanes.

El concepto colonia irrumpe en el vocabulario avanzado el siglo XVIII y nunca llega a cuajar, por lo que se mantiene el termino de virreinato y no de colonia.

Pero en la practica el estatus de esos territorios es colonial, los virreinatos nunca tuvieron una situación jurídica equiparable a reinos como los de Navarra, Aragón o Nápoles.

La riqueza indiana solo beneficio a los cargadores de la Carrera de Indias en Sevilla, Cádiz y Veracruz y a la Corona.

La economía que se permitió en las Indias fue extractiva, en correspondencia con los intereses de la metrópoli.

La conquista de América la hicieron los indígenas y la independencia los españoles.

Sin los indígenas la conquista hubiera sido más complicada para los europeos, pero la independencia la llevaron a cabo los criollos, descendientes directos de los españoles con apenas participación de los indígenas.

La población indígena al final del periodo virreinal se encontraba cómoda dentro del imperio.

Tras la aparición de las repúblicas comenzó un periodo muy difícil para los indígenas, a los que se les expolio sus tierras y se les obligo a integrarse socialmente y en el peor de los casos fueron eliminados, al ser contemplados como un lastre de los nuevos estados nacionales.

Miembros de las elites indígenas viajaron a España para hacer valer sus derechos. Muchos tenían efectivo suficiente para financiar el viaje y una vez aquí eran pensionados por la corona mientras permanecían aquí, en caso de agotar el numerario el rey les pagaba el pasaje gratis para volver a las Indias.

Hasta el siglo XIX no se habla de racismo, pero era una sociedad pigmentocrática donde las personas se clasificaban según el color de piel.

Se honraba más a quien más porción de sangre blanca tenia, por lo que la sociedad de la época era racista.

Tanto los indígenas, como las personas de color, los mestizos o los mulatos eran discriminados.

La corona mostro una gran voluntad por acabar con la esclavitud y proteger a los naturales y las leyes de Indias constituyen un hito en la lucha universal por la justicia social.

En la práctica no eran fáciles de aplicar porque los españoles no querían combatir las rebeliones indígenas o de color si no era a cambio de botín, es decir de obtener esclavos.

La corona se vio obligada a mantener la esclavitud por guerra hasta el final de la época virreinal.

Lo mismo puede decirse de la encomienda, que se mantuvo durante siglos como una forma encubierta de esclavitud.

Los encomenderos entendían la institución como el pago legitimo por los servicios prestados por los conquistadores, los primeros pobladores y sus descendientes.

De ahí que los primeros intentos de supresión costaran incluso levantamientos armados y hasta guerras civiles, como sucedió en el área andina.

Después de la conquista los indígenas mantuvieron su idioma durante mucho tiempo.

La extensión del castellano en América no llego hasta el siglo XIX, con las independencias.

La elite local pacto con los hispanos y en su inmensa mayoría aprendieron el castellano.

Hubo una esmerada educación para los hijos de los caciques y curacas para que se convirtieran en correa de transmisión entre los españoles y los indígenas.

Se conoce la historia del hijo de un cacique que en 1574 publica una gramática en lengua latina.

Pero el común de los naturales mantuvo su lengua originaria hasta el punto de que hoy en América persisten varios centenares de ellas (cada vez menos).

En las audiencias hubo durante siglos traductores asalariados e incluso tlacuilos y quipucamayos para interpretar lo que alegaban los demandantes indígenas.

Fueron bastante permisivos en materia lingüística, y la mayoría de indígenas mantuvieron su lengua autóctona.

No se sabe lo que pensarían los nativos en Europa, hay pocos testimonios, pero sus impresiones fueron diferentes en función de su lugar de origen.

Si provenían de selvas tropicales o ecuatorianas, les sorprendía la pobreza que había en las grandes ciudades, los trúhanes y los niños abandonados, algo que nunca habían visto en sus lugares de origen.

Ellos eran pobres pero la tribu nunca dejaba caer en la pobreza extrema a ningún miembro de la tribu.

A otros les impresionaban los relojes y los compases, que eran instrumentos muy avanzados en la época e interpretaban como obra divina.

Algunos se negaron a volver a América, ya que consideraban que su tierra era la península.

Es un error pensar que por ser indígenas estaban en contra del poder español.

En las primeras décadas ocurrieron muchas tragedias, pero con el paso del tiempo la protección al indígena mejoro.

Especialmente en España donde la justicia cumplía su papel y a partir de 1542 se liberó a la mayor parte de los indígenas.

La cuestión es que muchos habían nacido ya en España o llegaron siendo niños, por lo que su tierra ya no era América, donde no tenían recuerdos, sino España.

Otros los más adinerados se adaptaron a la metrópoli, por lo que decidieron quedarse voluntariamente.

En cuanto a la religión, la Corona se tomó muy en serio el mandato por el cual se habían otorgado las bulas de donación.

Estas hubieran quedado en papel mojado si España no se hubiera implicado en la evangelización indígena.

La evangelización que hicieron las órdenes religiosas y el clero secular fue extraordinaria, fundando una red de diócesis y de provincias conventuales a lo largo y ancho del continente americano.

Los religiosos hicieron avanzadilla, adentrándose en territorios donde apenas había presencia europea.

Incluso los religiosos más críticos estuvieron a favor de la conversión de los naturales, aunque la corriente humanista defendiese que esta solo podía llevarse a cabo por medios pacíficos.

Ni siquiera el padre Las Casas se llegó a plantear nunca que los naturales mantuvieran sus religiones prehispánicas.

No había salvación fuera de la cristiandad, esa era una idea generalizada en la España de aquel tiempo.

El trabajo que hicieron los religiosos fue encomiable aprendiendo la lengua de los indígenas y tratando de entender y favorecer la conversión, tanto que en la actualidad Hispanoamérica es el reservorio hoy de la cristiandad.

Hubo muchos españoles que conocieron profundamente a los indígenas aprendieron su lengua y trataron de entender su cosmovisión.

Pero hubo muchos indígenas que llegaron a conocer extraordinariamente bien a los españoles, su mentalidad, su idiosincrasia y su sistema judicial.

Muchos usaron esos conocimientos para conseguir medrar o conseguir mejora económicas o sociales.

Indígenas que desarrollaron una conciencia de clase, crearon redes clientelares para conseguir objetivos como la libertad o prebendas tales como un escudo de armas, una renta vitalicia o incluso un título nobiliario.

Muchos se movieron como pez en el agua dentro del sistema judicial del imperio y se atrevían a pleitear en los tribunales ordinarios o en las chancillerías, algo que no estaba al alcance de todos los españoles de aquel tiempo.

Hubo un conocimiento mutuo.

(Extraído del Descubrimiento de Europa de Esteban Mira Caballos, Editorial Crítica, 2023)

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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