
El dinero ha encontrado en los órganos de gobierno de teatros o museos un atajo de lo más glamuroso para lavar su conciencia. A ellos destinan una migaja de su riqueza, para la compra de obras o el mantenimiento de sus actividades, y así su vena filántropa se ve recompensada con la vinculación a las instituciones culturales más prestigiosas. Arthur Sackler, a mediados del siglo pasado, lo entendió a la perfección.

El Templo de Dendur, en el ala hasta ahora denominada Sackler MET
Hijo de inmigrantes judíos, Sackler se labró una fortuna en el negocio farmacéutico y la publicidad médica con Purdue Pharma y otro puñado de empresas que fue creando para extender su influencia. Arthur era ambicioso, incontenible, y a medida que sus ingresos se iban multiplicando empezó a invertirlo en coleccionar arte para asociar su nombre con instituciones como el Metropolitan de Nueva York , a quien compró todas las obras de una sala para después donárselas. La condición: que la estancia pasara a llamarse el Ala Sackler.

Michael Keaton, en ‘Dopesick’ DISNEY+
Arthur levantó su imperio empresarial junto a sus dos hermanos pequeños, Mortimer y Raymond , quienes tomaron las riendas de las empresas familiares tras la muerte del patriarca. Con ellos el apellido Sackler siguió grabándose en universidades como Harvard o Tufts o museos como el Louvre o el Guggenheim de Nueva York. También fueron donantes de las universidades de Oxford, Edimburgo, Glasgow y Salzburgo, así como de la Tate Gallery o el Museo Judío de Berlín.

Theresa Sackler es la viuda de uno de los dueños originales de Purdue Pharma.
Purdue Pharma hizo una fortuna que se contaba por miles de millones de dólares gracias al OxyContin , un potente analgésico que provocó una epidemia de adictos al opiáceo cuyos efectos son comparables a la heroína. Desde el lanzamiento de este fármaco concebido para aliviar el dolor, en 1995, alrededor de 450.000 personas han fallecido por sobredosis relacionadas con la oxicodona, convirtiéndose en la primera causa de muerte accidental.
Sackler pasó de hacer dinero anunciando el Valium a comercializar un producto que se consumía como una droga, incluso esnifándola o por vía intravenosa. Para muchos adictos, esta plaga moderna ha sido un paso pervio a engancharse a la heroína. Muchos de los que sí siguieron la prescripción médica se volvieron también adictos o murieron por sobredosis.

Para que esto fuera posible hubieron de confluir varios factores, todos ellos síntoma de una sociedad corrupta en las alturas: desde las instancias sanitarias que dieron el visto bueno a un medicamento que no pasó los controles adecuados a las autoridades judiciales que cedieron a las presiones del ejército de abogados de los Sackler. ‘El imperio del dolor’ desnuda a esa élite del poder que usa su red de influencias para protegerse, esa flor y nata de la sociedad sin escrúpulos a quien la rendición de cuentas siempre le pilla por sorpresa.

Solo en estos últimos años, después de varios intentos de enjuiciar a la farmacéutica y tras las valientes revelaciones de algunos periodistas, entre ellos Radden Keefe, ha sido posible frenar las actividades de una empresa que ganó 35 billones a sabiendas de que su producto estrella era una peligrosa droga. Solo ahora, tras una protesta social a la que se unieron artistas como Nan Goldin , el apellido Sackler ha sido borrado de las paredes de todos esos museos que durante tanto tiempo blanquearon a la saga.

La poderosa dinastía de empresarios y filántropos amasó su fortuna con un medicamento que ha causado una crisis de adiciones y decenas de miles de muertos en Estados Unidos

El MET anunció ayer la retirada del nombre de la familia Sackler, una de las mayores mecenas de la institución, de siete salas, incluida la que alberga el iconico Templo der Dendur, según ha informado la institución en un comunicado conjunto con la familia. La decisión se produce después de que los Sackler fueran señalados como causantes directos de la epidemia de opiaceos que asola Estados Unidos.

Los Sackler, que fueron durante años generosos benefactores de museos y prestigiosas universidades, amasaron una ingente fortuna con la farmacéutica Purdue Pharma, propietaria del popular medicamento para el dolor OxyContin, a base de opiáceos, y que ha causado una crisis de adiciones y decenas de miles de muertos en Estados Unidos.

Nuestras familias siempre han apoyado fuertemente el MET y creemos que (esta decisión) es lo mejor para el museo y para la importante misión que realiza

Dicen en el comunicado los descendientes de los hermanos Raymond y Mortimer, que junto al mayor, Arthur, donaron importantes cantidades de dinero a la pinacoteca.

El primero de estos obsequios se hizo hace casi cincuenta años, y ahora estamos pasando la antorcha a otros que deseen dar un paso adelante para apoyar al Museo.

El museo cortó con la financiación de la familia Sackler en 2019, pero todavía mantenía su nombre de las galerías. El Museo del Louvre de París fue la primera gran pinacoteca en retirar el nombre de «Sackler» de la Galería Sackler de Antigüedades Orientales en 2019. Dice Dan Weiss presidente el museo:

The Sackler Room at London’s National Gallery
El MET se ha construido con la filantropía de generaciones de donantes, y los Sackler han sido algunos de nuestros más generosos apoyos. Este amable gesto de los Sackler ayuda al museo a seguir prestando servicio a esta y a futuras generaciones. Lo agradecemos mucho.

Funding from the Sackler Trust has been used for the new Tate Modern building in London
Museos como The Smithsonian, The Guggenheim y los londinenses Tate y National Gallery rechazan contribuciones financieras de los Sackler. El número de muertos en Estados Unidos por sobredosis de droga se elevó a 93.000 en 2020, un récord que se debe al creciente consumo de opiáceos durante la pandemia, según el Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC).
Desde 1991, más de medio millón de estadounidenses han muerto por sobredosis de opiáceos, tanto recetados por médicos como no recetados.
La crisis ha provocado una ola de denuncias de las víctimas, y de ciudades, condados y estados que tienen que hacer frente a los gastos que genera la rehabilitación y la prevención.
Los fabricantes de opiáceos como Purdue Pharma fueron los primeros en la mira, acusados de fomentar las prescripciones médicas mediante agresivas campañas de mercadeo al tiempo que ocultaban los efectos de su uso.
Purdue Pharma fue disuelta en septiembre tras un polémico acuerdo de bancarrota, por el que acordó pagar 4.500 millones de dólares a las víctimas a cambio de cierto grado de inmunidad para los propietarios, los Sackler.
